MICROSISMOS EN LA CDMX: ¿QUÉ SABEMOS Y CÓMO AFECTA AL SECTOR ASEGURADOR?
En 2023, dos microsismos de magnitud 3.2 sacudieron la zona poniente de la CDMX, generando preocupación pública y daños localizados. Este enjambre de microsismos revela un fenómeno tectónico más complejo que merece atención para quienes evalúan riesgos asegurables, y que recuerdan los memorables sismos del 19 de septiembre.
La mañana del 11 de mayo de 2023, algunos vecinos de Mixcoac y San Ángel, en la Ciudad de México, percibieron un microsismo que hizo vibrar ventanas y causar grietas en paredes. Sin embargo, los sensores de alerta sísmica no se activaron. No era un gran terremoto, pero algo se había movido… y no solo una vez.
Lo que entonces nadie imaginaba es que este evento formaba parte de una secuencia sísmica iniciada en febrero y que seguiría activa hasta diciembre, con una inquietante particularidad: la mayoría del movimiento en el subsuelo de la CDMX no generó temblores detectables, pero sí daños materiales y pánico social, trayendo inevitablemente a la memoria el recuerdo de los sismos del 19 de septiembre 1985 y 2017.
Y es bien sabido que la capital del país, una de las zonas más pobladas del mundo, está en gran riesgo de terremotos. En gran parte asentada sobre antiguos sedimentos del lecho del lago, la ciudad experimenta una amplificación de las ondas sísmicas y una duración de fuertes movimientos. De hecho, los eventos de subducción como el terremoto del 19 de septiembre de 1985 (a más de 300 km de distancia), y las rupturas dentro de la losa como el terremoto del 19 de septiembre de 2017 (a 115 km al sur) han provocado miles de muertes y graves daños a la infraestructura local.
EL RIESGO QUE NO SE SIENTE: FALLAS ACTIVAS, MICROSISMOS Y DESLIZAMIENTOS LENTOS
Una investigación publicada este año en la revista científica Tectonophysics por el Dr. Manuel J. Aguilar-Velázquez y su equipo de colaboradores del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica y de la División de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ingeniería, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), documenta una secuencia de microsismos en el poniente de la CDMX durante 2023 y 2024, registrándose dos sismos principales el 11 de mayo y el 14 de diciembre de 2023, ambos con una magnitud de Mw3.2. El hallazgo clave del estudio fue que la mayoría del movimiento en las fallas fue asísmico; es decir, no generó vibraciones perceptibles para la población ni activó alertas sísmicas.
Víctor Manuel Cruz Atienza, integrante del equipo investigador, explica que, a través de interferogramas de Radar de Apertura Sintética (InSAR, por sus siglas en inglés), observaron señales inéditas de deformación tectónica en las dos zonas epicentrales al poniente de la ciudad durante los días cercanos a los temblores. Abunda que el estudio detallado de la microsismicidad reveló un deslizamiento asísmico en dos fallas subparalelas separadas por 800 m, las cuales nombraron como “Falla Barranca del Muerto” y “Falla de Mixcoac”.
Cruz detalla que el deslizamiento de las dos fallas, en donde también ocurrieron los sismos principales de mayo y diciembre, fue mayoritariamente lento e imperceptible por la población. “Esto quiere decir que las deformaciones observadas en la superficie se debieron en un 95% a deslizamiento lento en la Falla Barranca del Muerto y en un 70% en la Falla Mixcoac”, precisa.
El deslizamiento de ambas fallas durante los eventos de mayo y diciembre de 2023 oscila entre seis y ocho centímetros. Ocurrió en su mayoría de forma asísmica; esto es, fueron sismos lentos los que tuvieron lugar en ellas, deslizándose de forma progresiva durante varios días, por lo que prácticamente no se percibieron.
“Nuestra investigación sostiene que los enjambres sísmicos registrados ese año se deben, en parte, a estos deslizamientos lentos en las dos fallas superficiales”, reitera. Aunque el estudio también sugiere que los deslizamientos igualmente se vinculan con la sobreexplotación de acuíferos cercanos, que debilita las capas geológicas de la cuenca del Valle de México, provocando subsidencia y alteraciones en la presión del subsuelo.

Fuente: Aguilar-Velázquez, M. J. et al. (2025). La interacción de fallas de deslizamiento lento debajo de la Ciudad de México induce una intensa sismicidad durante meses. Revista Tectonophysics, Vol. 902. DOI: 10.1016/j.tecto.2025.230659
¿POR QUÉ LOS MICROSISMOS EN LA CDMX SON RELEVANTES PARA EL SECTOR ASEGURADOR?
Hoy, gracias a este valioso estudio científico de la UNAM, sabemos que bajo las calles de la Barranca de Muerto y Mixcoac de la gran capital dos fallas geológicas están activas. Lo interesante es que sus movimientos pueden tener implicaciones directas para el sector asegurador. ¡Veamos cómo!
- Daños sin terremoto aparente. Las aseguradoras enfrentan hoy un nuevo tipo de riesgo: movimientos del suelo que no activan alarmas sísmicas, pero sí generan daños estructurales visibles, complicando la validación de siniestros.
- Subsuelo inestable por subsidencia. La intensa extracción de agua en la Cuenca de México genera hundimiento del terreno (hasta 50 cm/año), que activan fallas locales. Este “cóctel geológico” es un factor de riesgo silencioso para viviendas, edificios públicos y obras de infraestructura.
- Coberturas tradicionales, límites actuales. Los productos de seguro convencionales no siempre consideran los desplazamientos lentos o no sísmicos. Este nuevo conocimiento científico permite rediseñar coberturas, cláusulas de exclusión e inclusiones específicas, especialmente para zonas con subsidencia, fallas activas o alta vulnerabilidad estructural.
- Oportunidad en productos paramétricos. Con esta evidencia científica, el sector puede innovar mediante seguros paramétricos que no solo consideren la magnitud de un sismo, sino también la deformación del suelo, la aceleración del terreno, o incluso alertas geoespaciales como disparadores.
Para recapitular: la tierra bajo la CDMX se mueve… incluso cuando sus habitantes no lo sientan. Por ello, las aseguradoras que de verdad quieran proteger a sus clientes necesitan mirar más allá de la superficie y comprender que el riesgo urbano ya no es solo el gran sismo que viene del Pacífico, sino también los movimientos pequeños, frecuentes y silenciosos que se dan justo debajo de nuestros pies.
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