DESASTRES NATURALES Y CAMBIO CLIMÁTICO: LA DUALIDAD DE LA CRISIS Y LA OPORTUNIDAD

Pese los desafíos, los desastres naturales y el cambio climático también representan áreas de oportunidad. Hay que conocerlas y, sobre todo, encararlas, para caminar hacia un futuro más sostenible y seguro.

En 2023, las comunidades del mundo se vieron afectadas por casi 400 desastres notables. El planeta vivió lo mismo un calor extremo hasta tormentas severas, pasando por destructivos terremotos. En simples palabras, fue un año complicado en términos de vulnerabilidades catastróficas y de tendencias climáticas. 

Estos eventos naturales resaltan la amenaza que representa el riesgo de las catástrofes en nuestra actualidad, ya sea en la forma de vivir o de trabajar. Sin embargo, también pueden representar oportunidades para un futuro más resistente. Claro está, dependiendo de las lecciones aprendidas y de las acciones que se tomen.

A la anterior conclusión llegó el informe “2024 Climate and Catastrophe Insight”, elaborado por AON. La firma mundial de servicios de soluciones de riesgo proporciona en este estudio una visión integral de los desastres naturales y el cambio climático, destacando tanto los desafíos como las oportunidades emergentes. En resumen, refleja la dualidad de la crisis y la oportunidad.

EL PANORAMA DE LA CRISIS

El informe de AON reporta que, en 2023, se registraron por lo menos 398 desastres naturales individuales, incluyendo terremotos, y severas tormentas en los Estados Unidos y en Europa. Este total de desastres, precisa, fue ligeramente menor tanto al promedio (400) como a la mediana (402) desde el año 2000. Empero, todos los continentes registraron desastres naturales notables y varios países enfrentaron los desastres más importantes de su historia moderna. 

Lamentablemente, al menos 95,000 personas perdieron la vida debido a estas catástrofes naturales. La secuencia de terremotos que azotaron Turquía y Siria fue el acontecimiento que más vidas cobró, con cerca de 60,000 personas fallecidas. No obstante, las olas de calor también provocaron un gran exceso de muertes en todo el mundo, en 2023, registrándose como el año más caluroso.  En particular, partes de Europa Occidental y Meridional se vieron afectadas por múltiples olas de temperaturas extremas entre julio y septiembre, causando al menos 15,000 muertes.

Las pérdidas económicas por esos desastres naturales globales se estiman en 380,000 millones de dólares, y fueron un 22% por encima de las previsiones a largo plazo, por encima de las previsiones a largo plazo y promedios de corto plazo. Las mayores pérdidas del año se atribuyen a la secuencia de terremotos en Turquía y Siria, las inundaciones en China y el huracán Otis

Fuente: AON 2024 Climate and Catastrophe Insight 

Las pérdidas aseguradas a nivel mundial por desastres naturales en 2023 se estiman en 118,000 millones de dólares, lo que superó el promedio del siglo XXI (90,000 millones de dólares) y la media decenal (110,000 millones de dólares). Pero solo alrededor del 31% de las pérdidas económicas mundiales estaban cubiertas por seguros privados o públicos. 

Fuente: AON 2024 Climate and Catastrophe Insight

Lo anterior remite a la brecha de protección global, que es la diferencia entre las pérdidas económicas totales y lo que cubre el seguro. Y en este caso, los daños sin seguro son sustanciales, porque los costos, a menudo, tuvieron que ser cubiertos por los gobiernos locales.

APROVECHANDO LAS ÁREAS DE OPORTUNIDAD

Como dice Greg Case, CEO de AON, tanto los desastres naturales como los riesgos climáticos no son una probabilidad; son una certeza. “A lo largo de 2023, los incendios forestales en Europa y América del Norte, las inundaciones en Asia y las olas de calor sin precedentes en los Estados Unidos y América Latina demostraron que los riesgos climáticos y meteorológicos extremos ahora plantean una amenaza existencial para la forma en que vivimos y trabajamos.”

Efectivamente, las catástrofes y el clima en evolución revelan vulnerabilidades significativas en nuestras infraestructuras y sistemas de respuesta. Pero también presentan áreas de oportunidad para construir comunidades más seguras y resilientes, si es que se adoptan las medidas pertinentes a partir de las lecciones aprendidas. Esas lecciones, a partir de lo que se desprende del reporte de AON son tres:

  1. Construir y promover la resiliencia: Los seguros, el gobierno, el mundo académico, la construcción y las finanzas deben de contribuir de forma colaborativa a forjar un futuro más resiliente para proteger a las personas y a las propiedades. ¿Cómo?
  • Identificando tendencias y explorando los factores que provocan pérdidas por catástrofes a nivel mundial y regional.
  • Estableciendo mejores esfuerzos de mitigación de riesgos en los sectores público y privado, especialmente en las zonas más vulnerables del mundo, para una mayor respuesta a desastres y continuidad del negocio.
  • Aprovechando en los nuevos edificios la tecnología y la energía renovada para cumplir con los objetivos de resiliencia climática, lo que refuerza la importancia de construir integridad estructural e inversiones e infraestructura para impulsar la adaptación y proteger a las personas.
  1. Cerrar la brecha de protección: Como ya se dijo, la brecha de protección es un punto de referencia crítico, al describir la vulnerabilidad de las comunidades y la oportunidad de nuevas soluciones. En particular, en el reporte de AON se habla de una brecha de protección global de 69%, equivalente a 262,000 millones de dólares. Por lo tanto, sugiere aumentar la cobertura de seguros y desarrollar productos financieros innovadores para proteger a más personas y empresas.

Fuente: AON 2024 Climate and Catastrophe Insight

  1. Adaptarse al cambio climático: Siguiendo al CEO de AON, cuando se habla de cambio climático, se trata de desafíos actuales, no de problemas futuros. Pese a ello, reconoce que muchas organizaciones han visto la amenaza, pero todavía no han tomado medidas. En opinión de Greg Case, los “líderes pueden preparar a sus organizaciones para abordar el riesgo climático y aumentar la resiliencia de sus operaciones, su fuerza laboral y las comunidades a las que impactan”. Y en este cometido, remata, el sector asegurador desempeña un papel fundamental para ayudar a las personas, las empresas y los gobiernos a adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos, así como a permitir transitar de una energía contaminante a una energía verde.

En conclusión, en esta visión holística que subraya tanto riesgos como oportunidades, los desastres naturales y la crisis climática demandan una respuesta multifacética que combine prevención, preparación e innovación proactiva. 

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